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29 de marzo de 2010

luna

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Estoy sentada en el suelo. Sucumbo a las plantas, me dejo enmarañar por ellas de espaldas al balcón. Veo a mi izquierda la luna, redonda, plateada hundiéndose en el río. Un río que parece un mar y que lo imita. Estoy tranquila hurgueteando lo que queda de un cordón de mi zapatilla y juego a que no soy más que un simple decorado dentro de esta sala, pero es imposible, mi corazón me marca un ritmo pausado e inusitado. La luna hace el amor con el agua, la siento gemir tanto como yo cuando me hundo en el placer y veo sus ramblas, las mismas que Sabina cantó. Está engarzada en el cielo, en el mismo lugar en donde le sostienen su esqueleto y la amo porque me fue ofrendada varias veces. La sindico como mía. La perfumo y la peino. La acaricio así a tanta distancia. La cuido. Ella me ha hablado de la súplica que García Lorca le infería tras la llegada de los gitanos. Ella me ha contado los senderos que alumbró a caminantes. Ella me habló de la urgencia de dejar de alumbrar ante la salida del sol. Me derramo en el piso tras una música de guitarra que viene de la habitación contigua, tras unos compases que me requieren en toda su magnitud, en toda su danza. Todo lo demás está en calma y soy yo la que sonrío casi imperceptiblemente por la ternura que crepita en la noche. Desde algún lugar llegan deseos imperecederos de una noche plácida y me despido de ella hasta mañana en que proféticamente vendrá a buscarme para contarme más hazañas, todas esas que la honran y que la hacen entrañable.
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26 de marzo de 2010

dedicatoria

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Éste es el hombre que está a mi lado, que engalana mis días y mis noches. Que sabe mirarme. Que lucha a brazo partido contra la pobreza y la exclusión, por la memoria, la justicia y la verdad. Éste es el hombre que une su tragedia a las mías e inventa desde un pentagrama varias maneras de ilusionarnos. Y lo logra. Éste es el hombre que abriga mi alma a veces desollada, a veces esperanzada. A éste hombre le rindo un pequeñísimo reconocimiento, deslizándole ésta canción, sólo porque lo quiero, lo quiero, lo quiero...:
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24 de marzo de 2010

cansada

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Eso, estoy cansada. Llegué hace poco de la Plaza y sigo preguntándome dónde estuvieron, cuánto sufrieron, si algo los ilusionó, si en algún momento por alguna rendija vieron la luz, si se esperanzaron. Mucho espanto y sin polvo para barrer. No creo que estén en todos nosotros como dijo Hebe. No, no están. Apenas podemos recrearlos desde fotografías y anécdotas repetidas que seguramente le contaré con la mayor de las alegrías a mi hijo...porque cuando se recuerda, nos transportamos a la vida, la de ellos, la que fue y por un ratito nos engañamos. La memoria es importante, es indispensable, pero a veces quiero dormir para invocar el olvido por un tiempo. Estoy cansada, no tengo nada para decir, para transmitir ni para soñar. Les dejo el enlace de otro blog que alguna vez clausuré por esa maldita costumbre de no atarme a nada y que es el original del actual Voluptuosos Interiores, lo anexo a mi perfil y también lo verán acá al costadito derecho. Se llama igual, pero no soy aquella. Quizás por suerte. Abrazos a todos
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19 de marzo de 2010

yo

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Hay varias y variadas cosas que en mi vida no hice. No he robado, no he matado, no he engañado si a lealtad nos referimos (adentrarme en la fatua fidelidad como acto posesorio, no estuvo, ni está ni estará en mis planes amorosos) La única fidelidad que puedo rescatar de las ruinas, es aquella que se elige en momentos determinados y no por simple estereotipo convencional. Nunca pretendí ser más de lo que soy. Nunca competí. Nunca jugué con los sentimientos (posiblemente mis compañeros de senderos recorridos hayan creído eso más de una vez). Nunca me envilecí sin motivo. He sido cruel muchas veces, sin jactancias, pero con determinismo. Suelo ir hacia todos los lugares mirando a los ojos y siempre estuve segura de que se gana y se pierde por igual. Jamás he peleado con alguna mujer por un hombre, ni lo haré nunca porque nadie es objeto de nuestros caprichos. Pero hay algo, por sobre todas las cosas que nunca partirá de mí y es traspasar esa línea delgada que separa el deseo de la desesperación, porque si todos los afectos se postularan como desesperantes, seríamos obvias, patéticas, bizarras, tristes y no hay nada peor que una mujer triste que suplica. Para el caso, me quedo en un rincón esperando. Liquido de un saque toda pugna porque no me importa que alguien gane una batalla si yo planeo la guerra. Soy solidaria con las de mi género, tanto, que a veces me duele que me representen tan mal. Me duele y mucho que luzcan la intemperie de la soledad en que habitan. He dicho.
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14 de marzo de 2010

ver

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Para todos los que nos vimos. Para aquellos que aún no saben -por desgracia- lo que es encontrar otra mirada hecha a medida. Para los que dejamos pasar. Para los arrojados. Para los miedosos. Para los que nos abrigamos con recuerdos. Para los que prefieren el olvido. Para los que buscan recetas sin saber que ésto es lo único que existe:
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5 de marzo de 2010

chile

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Era temprano, demasiado, tanto que andaba por la cama. Todo se movió desde la tierra y me sentí caer en un precipicio, o mejor dicho, temí caer sin parar hacia la nada. Se acabaron las creencias de que allá, abajo, en la esquina, a media cuadra, todo era igual que hace un tiempo. Levantar la persiana y no preguntarme si estaría la calle allí, es historia. Ahora no se que es la placidez ni el descanso ni la tierna ensoñación en que me doblegaba sin ningún sigilo. Ahora temo. Ahora lloro. Ahora deambulo con una filosa tristeza. Me tengo a mi misma –pensé- y no alcanza. Me duele la incertidumbre de una guerra sin enemigos versátiles, porque la naturaleza nunca responde de diferente manera. Siempre actúa igual. Si hubo temblor, va a ver más de lo mismo y estoy sentada esperando que vuelva a repetirse. Parsimoniosa y letalmente estoy parada para no morir. Para sentirme. Para tener el arrojo de blasfemar. Ni eso. Tiemblo como la tierra que quiere que la oigamos. Y yo que pensé que era muda, quieta y apacible. Todo es silencio expectante. Y me siento en el piso para no extrañarlo tanto cuando desaparezca.
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