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24 de diciembre de 2010

sucesos



"Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan" -Pascal
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Y venía andando detrás de algunos desencuentros. Pero era poco a comparación de otras veces. Creyó saber que debía mantenerse a flote con voluntad y con determinismo. Y sí, suena mal, porque la cosa es que todo lo que  sucedíera, convenía que sea tomado con rabia, con ira, con decepción, sin una línea de libros de autoayuda ni de explicaciones que lo dejaban alejado de la realidad.  Porque eso pasaba, se preguntaba y se respondía tantas veces que volvía al punto de partida, mucho más débil, mucho más desconfiado. Había una trama en su manera de ser y existían planes austeros infligidos a sus deseos, que distaban mucho de transcurrir con los dolores antiguos en la espalda y no en el pecho. Esperaba que las situaciones cambiaran, pero con cinismo, con ciertos aires de desconfianza en el aire y rodeaba su atmósfera de pequeños cuchillos calientes que laceraban. Y lo sabía. Era joven  y conservaba ilusiones que guardaba celosamente en cada cajón con llave, dándole  -según él- una sustancia inexistente. No comprendía que los nones, eran eso y que así debía tomarlos para dejar atrás esos trenes que se escaparon, que no se detuvieron, que le dieron la espalda. Pero no escuchaba, hasta que un día guardó su guitarra con esmero, la acarició por última vez y se arrojó de un primer piso al vacío. No tuvo más que contusiones, pero nadie lo quiso escuchar más. Esa fue su verdadera muerte.  Esa fue su interminable condena.
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10 de diciembre de 2010

confesiones III


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Me resulta incomprensible el dolor que nos infligimos constantemente, diariamente, automáticamente. Miro el suelo y sólo encuentro las raíces que muchas veces te conté que habían comenzado a crecer en mí. Ya se que nunca me creíste. Ya se que cuando te cuento como se agrandan y se enmarañan en lo profundo de la tierra húmeda, me mirás azorado o espantado (que no es lo mismo pero es igual). Y yo persisto tratando de convencerte que acá, desde la pachamama me animo a existir. Pero vos con un aleteo en una sola dirección de tu mano, te ungís en el aire sin destino ni horizonte. ¿Te acordás cuando te conté que el viento frío en la cara hacía que mis ojos lloraran? Yo sí recuerdo todo. Creo que me he convertido en un raro compendio de sabidurías prestadas, de vaticinios repetidos y de vetustos análisis sobre las emociones. Y me mirás y no lo creés porque te sobra olvido, una página casi en blanco en donde siempre escribís futuros iguales, repetidos, unívocos que sopapean la incredulidad. Y yo sí soy incrédula por aprendizaje. Cuando te conocí supuse que había encontrado el puerto, ese que tanto me fue vedado. Pero me equivoqué porque nadie es tierra en otro, de allí que mis raíces hayan aparecido para sostenerme ante las tempestades del alma. Tengo pesares que se afianzan porque los escribo, de eso estoy segura, así como vos llevás cánticos libres y justos. Yo no olvido y vos no recordás: La mayor diferencia que nos aleja del vértice. Pero latimos al compás de todos, confundiéndonos en caricias y distancias, en sueños imposibles y creencias multifacéticas. Sólo se que en este andar añoramos lo que pudimos haber sido y ni por puta seremos.
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