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Recostada boca arriba, mi pie avista el horizonte, la única diferencia entre volar y no. Cualquier cielo es cualquier mar, quejumbroso, gris, luminoso, azul. Vos sabés que sueño con encontrarte, con mirarte y dejar esbozarme en tus pupilas. Estoy tan cerca como mis dedos de este teclado, pero sin ruidos. Sólo escucho melodías más convenientes a ese encuentro, que el repiquetear a estas horas, de las teclas. Te invento dormido, sin gafas, despeinado y cálido, esperadamente sorprendido y hasta ridiculizado por el desalineo del momento. Te recreo oloroso y rufián, porque en esto de quererse, la sinceridad es muy incómoda, muy poco seductora. Quiero que digas solamente lo que nos permita unirnos sin puntos finales antes de tiempo, y me vas a prometer hasta una cita con Joaquín para que en un bar, en un mano a mano le pueda contar esta súbita y laboriosa esperanza después de algunas oscuridades. (Él me va a entender, sabe de los sube y baja, conoce muchos infiernos como yo algunos). Entre vos y yo puede haber desde café, hasta algún vino y alguna risa. Te prometo no ser cínica ni hostil y hasta llegaré a sentir que la Luna que me estás regalando tiene impreso tu nombre de poesías y quebrantos. No hablaremos de amores imposibles. Merodearé tus aristas para alisarlas y besaré tus ojos –algo así como estampar un sello imperecedero- cuando los entrecierres. Te llevo coplas de mi tierra en mi piel y en mi voz en ofrenda de paz y armonía a cambio de un poco de calor y de ternura. Recostada boca abajo, creo entender el centro del universo y lo escucho latir. Hay vida en los núcleos de todas las cosas y la hay en mí como “en ti”. Sabemos que la arrogancia en las trampas, es necesaria: Nada nos horroriza tanto como un tramposo/a idiota porque se percibe aburrido/a, francamente letal. Pacientemente, hace tiempo, estamos lubricando todo nuestro arsenal de encantos, para atrincherarnos y no dejarnos envolver tan fácil, para regalo. Y me gusta que así pueda ser, porque buscamos justo allí donde no entendemos. Yo trataré de no complicarte con mis subterfugios ni mis excusas: no haré malabarismos de incertidumbres, porque no es tan cierto que cualquier cielo es cualquier mar. Y porque el tiempo pasa.
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3 comentarios:
Me subyugó. Que suerte tiene esa persona de que le escriban asi.
Cecilia, como siempre... espléndido!
Anónimo y mi queridísimo Eduardo:
Muchas gracias.
Besos para vos Edu, como siempre.
(F)
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