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15 de febrero de 2009

ese

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No existe la imaginación de Don Rigoberto que me salve de la realidad. No existe la cercanía. Se terminó la magia. Feneció la espera. Todo lo que aconteció es pasado. Adiós cuadernos. Se los llevó el río y su susurrar nostalgioso. A la vera de sus aguas, no es cierto que las penas se las lleva entre su ir y venir, como dijo Sacristán en un film de Aristarain. Nada quedó, ni el recuerdo. El recuerdo es tan poco que es mejor no evocarlo, porque abochorna. El olvido se lleva todos los premios. Muchas palabras que ocuparon silencios invadiendo espacios. No se puede ocupar un lugar que no existe. Y estoy enojada conmigo por haber sido torpe y haber compartido mi intimidad con un personaje, con un extraño, con un boceto que nunca será completado por nadie. *Estas son las palabras dedicadas a una noche perdida. Gime desde las aguas un río acusándome de no haber sido consecuente evocando mi eterno cansancio y aburrimiento del otro.* Ahora y para siempre, ese hombre no tiene quien le escriba. *
Esta es la canción de las noches perdidas que se canta al filo de la madrugada con el aguardiente de la despedida, por eso suena tan desesperada. Ven a la canción de las noches perdidas si sabes que todo sabe a casi nada, a carrera en los leotardos de la vida, a bola de alcanfor dormida en la almohada... Y tiene nombre de mujer como la soledad como el consuelo, los fugitivos del deber no encuentran taxi libre para el cielo. Esta es la canción de las noches perdidas, lleva un crisantemo ajado en la solapa, se sube a la cabeza como ciertas bebidas, miente como mienten todos los boleros. Y tiene nombre de mujer como mi corazón, como tu olvido, los fugitivos del deber no tienen más amor que el que han perdido. Esta es la canción de las noches perdidas si quieres te la cambio por un rato en tu cama, hierve como el ruedo en tardes de corrida, va como los besos en los telegramas. Y tiene nombre de mujer como la libertad, como la nieve, los fugitivos del deber cogen su maldición y se la beben. * J.S. - P.V. *

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué hermoso Cleopatra. Lo he leído tres o cuatro veces y cada vez me gusta más.¿Es todo tuyo?. Parece que estás aprovechando Paris, y has descubierto a Noir Desir, la banda más importante del rock francés. En los principios de Los perros de la lluvia escribí un texto sobre su historia. No sólo era una de las bandas que más me gustaban, sino que significaban todo un tiempo de mi vida que surgía con ellos como banda sonora, desde mediados de los ochenta no dejaron de acompañarme hasta que Bertrant Cantat se perdió. Cada vez que los oigo me estremezco. Espero que los disfrutes de principio a fin.

Un besazo.

Anónimo dijo...

Todas las que quieras y podamos...
hoy vuelvo a leer el poema y el texto inicial y encuentro más que ayer. No sé en qué consistió el desengaño pero sonríe, te dio un puñado de palabras tan evocadoras y exactas que me he perdido en ellas, que surjen inmensas y entre ellas un sinfín de imágenes, de momentos de esa decepción, casi como si fueran mías, como si esta fuera una de mis innumerables decepciones acumuladas. No pasa nada, es lo bueno de vivir, que deja un puñado de palabras, y uno tropieza una y otra vez con la misma piedra, pero siempre aprendes algo más, estoy seguro de ya lo ha hecho, de que estas lineas te han dado una extraña sabiduría. Me gustaría seguir escribiéndote, añadir algo más a estas torpes palabras, peor el timepo ma asfixia, c´est la vie, ya voy corriendo en esta madrugada mediterranea, todavía de noche, corriendo para tratar de encontrar algo que me conmueve en un mundo de relojes. A la vieja Europa le hace falta un poco de vida sauvage. Supongo que esta mañana me meteré en el coche dentro de unos minutos, escucharé Noir desir a todo volumen (Des visages, de figures, el disco que más me gusta de ellos) y gritaré un rato para no oírme. Pensaré en una argentina perdida en Paris... de alguna forma te acompaño.
Un beso muy fuerte