Seguidores

26 de mayo de 2010

sentidos

.
The Velvet suena mientras vos leés lo que estoy pensando, y es tan justo… pero tan al límite, que vuelan miedos de que no se logre. Hace algunas décadas se buscaba lo que ahora suena y resuena. Estamos naciendo y me encuentro con varias aristas que empuño para no desdibujarme, para no llenarme de tecnicismos, para arrumbar mucha soberbia y cantar y bailar esperanzadamente. The Velvet sabía de música en crudo, sin estudios de grabación ampulosos ni de parafernalias que nos alejan de lo agreste. Somos res nullius cada vez que necesitamos de más sueños para sonreír y el pasto está creciendo y las bocacalles tienen el amparo del agua que corre para escaparse en la alcantarilla de turno. La noche de mis ojos se refleja en tu corazón de manos limpias. Me gusta pronunciar guacamole. Me gusta correr mis manos por los labios de bocas calladas y endulzar la pestaña de un saco cualquiera con algún nomeolvides. Estoy ansiosa mientras The Velvet recuerda a Warhol y su esencia de colores inmortalizados. Me peino con los dedos mientras te prometo que esta dulce sensación de que los trenes se detienen a mis pies, durará mucho más que cualquier estación del año. Busquemos nuestras miradas de equidad y sepamos esperar el estío, pero el de todos. Tus ojos, los ojos de aquél y de aquella, están enhebrados con las ansias de seguir pululando por la calle porque es nuestra, de sentarnos en los cordones de nuestras zapatillas, buscando los ecos que nos hacen reafirmar nuestra condición de mortales, glorificantemente menos fatuos. Ser imperecederos creadores de utopías, mientras The Velvet con simples rasguidos nos devuelve tiempos en que la lucha anunciaba cobijo…y te escribo a vos que estás leyendo para que te zambullas en todas tus ganas y empolles entre tus manos el hilado del alma colectiva. Para que no te acucien muchas tormentas porque estamos listos para espantarlas. Me cubro los ojos y siento el paraíso de mi respiración que no escatima promesas. The Velvet, cadenciosamente cubre las nostalgias futuras para que tengamos resto, siempre.
.

16 de mayo de 2010

despreciable

. Sus zapatos habían pisado estiércol hacía mucho, pero lo disimulaba con perfumes importados. Era tan solícito que sus ojos se convertían en inyectores de sangre si no se actuaba como marioneta. Hablaba suave para no despertar los demonios que lo acompañaban. Vivía en claroscuros. Se movía zigzagueantemente al ras del piso siempre a punto de picar. Las ventanas no lo reflejaban, ni los espejos le devolvían un poco de piedad. Detrás de su mirada yacía la peor de las insignias almísticas: las de la deslealtad. Supo ser cortés cuando no debía y dio creación a todas las abrumadoras infamias posibles. Se rascaba para mutar de piel. Parecía cordero desvencijado por alguna pena, pero sólo acechaba desde las sombras para pegar el zarpazo salvador de sus envidias solapadas. Solemnizaba cualquier momento grácil porque su historia lo había hecho de cartón piedra, pero él se había sugerido interiormente que debía parecer lo que no era y casi lo logra. Sólo que ni el cielo más oscuro le devuelve el estallido estelar reservado a los nobles.
.

10 de mayo de 2010

lumbre

.
Nadie podrá siquiera salvarme un poco de esta endiablada forma de pensarte, de traerte siempre a través de los recuerdos. Así, detenidos, acalorados, afiebrados, llenos de matices iguales a la paleta de un pintor. Me observo a través de algún cristal que pasa sin detenerse y no se cuánto de mi es tan ideal como corpóreo. Sueño mundos no tan hostiles, me venzo con canciones que hablan de amores, sublimo las entrañas y la extrañeza. Me hundo mientras me descalzo, me acaricio mientras te busco. Hay albores que recrudecen los duelos, pero te encuentro en cada anochecer en que me recitás estas y otras tantas palabras en derredor de lo inmaterial. No hay lugares sin formas preconcebidas y sin las luces de tu mirada. Te bautizo felino de otros tiempos que me trajo el viento para ronronear en mi afiebrada conciencia. No declino los derechos de que seas lo que sos, ni de que yo pueda reparar lo que aún duele en mi corazón. Miro mis pies y observo las raíces del tiempo, del incisivo lapso que me recrea, que te recrea, que nos volatiliza hacia alguna creación que traspase los lienzos de la mortalidad, como cuando creo mirar los ojos que no pueden apañar tu languidez.
.

5 de mayo de 2010

lastre

.
Qué bien hace dejar el lastre Coma (,) ese que se pergeñó detrás de una afirmación culpógena dos puntos (:) Abro comillas (“) Me cerraste la puerta en la cara Cierro comillas (”) Coma (,) cuando no hubo puerta ni siquiera cara Puntos suspensivos (…) pero bueno Coma (,) es una forma eufemística Coma (,) metafórica Abro guión (–) me quedo con eufemística Cierro guión (-) de expresar alguna sorpresa ante algo inesperado. Y como hoy estoy diletante Coma (,) ah me olvidaba Signo de admiración (¡) también me preguntó a qué me refería utilizando esa palabra Abro comillas (“) tan de moda Cierro comillas (”) . Sí Coma (,) sí Coma (,) no se horroricen Puntos suspensivos (…) sostuvo que era una palabra de moda Coma (,) y es por eso que aprovecho para dar su significado Dos puntos (:) Comillas (“) Dícese de la persona que practica una ciencia o un arte sin tener capacidad, ni conocimientos suficientes. Cierro comillas (“) Punto (.) Abro signo de admiración (¡) Qué bien hace dejar el lastre cuando es un impedimento para llevar algo a buen término Cierro signo de admiración (!) sobre todo si se trata de un aprendiz Coma (,) catárquico Coma (,) y chismoso. Y a mí me gusta jugar con las palabras Coma (,) con sus significados Puntos suspensivos (…) como si se tratara de una partida de ajedrez Coma (,) para observar cuánta lógica en el desenvolvimiento humano tenemos Coma (,) y resulta que Coma, a sabiendas Coma, invado el campo contrario esperando que hagan tablas Coma (,) y en el mejor de los casos Coma (,) algún jaque mate para aplaudir y admirar al contrincante Punto (.) Pero no es así Punto (.) Muy por el contrario Coma (,) la escena es de una triste melancolía que demuestra que puestos a engrandecernos Coma (,) nos minimizamos Punto (.) En fin Puntos suspensivos (…) una verdadera pena para la humanidad Punto final (.)
.

2 de mayo de 2010

chiste

.
Me pregunto si podré volver a sonreír. Toda mi vida tuve una risa sumamente estridente que se disparaba ante el menor chiste. Nunca pude contener una carcajada frente a una situación que me resultara graciosa o simplemente anormal. Recuerdo el velorio de mi tía Elvira. Juan se acercó y me dijo, con tono grave:- ¿Qué hubiera pasado si la tía se hubiese parado en una pata?- ¿Qué?- dije yo extrañadísima- El pato se hubiera quedado viudo. Las lágrimas corrían por mis mejillas y mi boca emitía un sonido entrecortado que no se si puede llamársele risa. Me acerqué al cajón intentando sofocar mi risa con la visión de aquel cadáver yerto acostado en ese enorme féretro de roble. Era realmente gorda. Juan se acercó sigilosamente y me susurró al oído:- ¿Sabés que dicen que un tipo organizó una expedición para buscar el ombligo de la tía y nunca más volvió? Nuestra vieja no nos habló en un mes. Estaba ofendidísima por lo que habíamos hecho en el velorio de su hermana. Me acuerdo que me estaba retando por el escándalo que había hecho al reírme tanto, mientras Juan me decía:- Tiene razón negra, ¡no viste la cara que puso la tía!, estaba enojadísima Y la vieja nos echó de la cochería, o como le decía Juan, "El salón de la gran fiesta". Parece mentira que el homenajeado hoy seas vos hermano. Me levanto y voy hasta el cajón. Al lado del de la tía es un escarbadiente. Juan siempre fue muy flaco. Él decía que era por tanta actividad física, y las sonrisas de sus novias lo confirmaban. Siempre estaba contento, hasta en este momento, pálido y acostado en el jonca, una sonrisa le cubría el rostro. Si se ponía serio era por algo muy importante, como las charlas de política, o porque te estaba por hacer una joda. Me acuerdo que lo único que lo hacía embroncarse era que lo cargaran con su forma de cantar. Juan cantaba pésimo, su voz era excesivamente grave y desafinaba un montón. Pero le encantaba. Me acuerdo que siempre cantaba la misma canción. Dibujaba una sonrisa entre melancólica y ridículamente seductora y canturreaba chick to chick de Sinatra. Mientras su voz resuena en mis oídos levanto la vista y me cruzo con un espejo. Tengo una gran sonrisa. Me alejo del cajón silbando la melodía que juguetea en mi cabeza y me voy hacia el rincón donde está mi hijo. Le voy a contar el chiste del pato.
.