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29 de mayo de 2011

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Cuesta volver cuando el mundo está allá afuera, cuando todo lo que diga no deja de ser anecdótico y simple. Ayer pensaba que tengo poco por decir. La fuente inagotable tal vez se parezca a un aljibe seco y chirrioso. Y resulta que me envidio a mi misma por lo que escribí en otras épocas en donde armaba mundos que palpitaban en el medio del pecho. Es casi media noche de un Domingo frío que me señala otra semana de obligaciones y entuertos, de momentos felices y otros tal vez, no tanto. Pero esto que escribo es para no abandonar tantas letras surcadas y hermanadas por deseos, por historias inconclusas y otras irremediablemente olvidadas. Es posible que alguna vez dispare a la sien de cada uno que tiene la bonomía de leérme, para contar historias, para acariciar pensamientos, para abarcar algo de la vorágine del lenguaje, pero no es hoy. Definitivamente no es hoy.

Abrazos a todos mis amigos que saben de la brisa en vez del viento y del naufragio.
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