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Pequeño, muy pequeño es el presidente de Colombia, casi pusilánime, por no serlo del todo. Me hace acordar a los débiles que torturan mentalmente a sus iguales de ser delatados por no compartir el criterio de los poderosos. Álvaro Uribe se lleva todos los premios de la escoria humana. Abierto socio de yanquilandia, prepoteó en la reunión de Unasur varias veces. La vocecita altisonante de este personaje siniestro abogó por la transmisión en directo de dicha cumbre, porque su socio del mal, estaba monitoreando desde su panóptico tecnológico aquello que cada presidente de la región, manifestara. Colombia, desde su mano, tiene injerencia militar de Estados Unidos en su propio territorio y él, contentísimo y hasta altivo con su obsecuencia se atrevió a ir mucho más allá, introduciendo una crítica a nuestro más alto tribunal, por el fallo de la despenalización de la tenencia de estupefacientes para consumo. Se parece a su amo, abofeteando la soberanía de cada país de la región y el muy cretino sabe y para eso lucha, que el país -que lamentablemente preside- es un punto estratégico para crear focos bélicos justificándole a los del Norte –de esa manera- la producción y renovación de las armas con las que se mata y se somete. Y el negro de arriba, quiere ir por más: continuar con Bolivia y Paraguay, así tenga que seguir escupiendo el asado que sólo unos pocos podrían comer, mientras se ríe del patán que oficia de celador. Sólo hay que sentarse y esperar a ver cuando se deshaga de un solo tiro del empleado sudamericano que cumplió con su deber de traidor.
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Para Manu, mi queridísimo Manu que nunca cambia su esencia.
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